Cuando todas las puertas se cierran
Martes, Octubre 2, 2012 | Por Jose Alberto Alvarez
LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Solo tres años tenía René
Duran Dimet cuando su madre conoció a Carlos Sarduy, estableciéndose una
relación conyugal que ha perdurado treinta y dos años. El matrimonio
tuvo otro hijo, constituyendo una familia como tantas.
René no siente nostalgia por su infancia, dura y rápida, según su propia
definición. En las calles de Centro Habana vendió aguacates para
sufragar sus propias necesidades. No terminó el octavo grado, y a los
dieciséis años inició su vida laboral después de pasar un curso
intensivo como operario panadero.
Su adolescencia coincidió con la etapa mas descarnada del periodo
especial,-cuando Cuba perdió abruptamente el subsidio soviético y la más
absoluta miseria se apoderó de la Isla- pero René no desmayó en su
anhelo de comprarse un carro, y ahorrando con ese fin llegó a poseer una
cuenta bancaria de diez mil pesos. Pero esta cifra era menos de la mitad
del costo de un vehículo norteamericano de las décadas del 40 y 50, por
lo que decidió invertir sus ahorros en prendas; la operación
especulativa resultó un fiasco, dejándolo en la inopia.
Su vida tomó un giro desordenado cuando, a los 25 años, el VIH tocó a su
puerta; tres años después, un tropiezo con la justicia lo envió a
prisión con una condena de ocho. Las condiciones del régimen carcelario
precipitó la enfermedad, convirtiéndose en enfermo de SIDA.
El Sistema de Re educación contempla la libertad condicional al cumplir
el reo la mitad de la pena, pero René pasó cinco años y cuatro meses
tras las rejas, en la Unidad Especial del SIDA, en San José de las
Lajas, en la actual provincia Mayabeque. A René le concedieron el
beneficio que la ley estipula –libertad condicional- bajo el criterio de
que de todas formas se va a morir.
René Duran Dimet lleva diez años viviendo con SIDA; en estos momentos,
sobrevive de manera precaria, pues las relaciones con su padrastro se
encuentran en el nivel mas bajo, el estado cubano no le provee ningún
tipo de ayuda, salvo la asignación mensual de treinta huevos, dos latas
de carne en conserva, una bolsa de leche en polvo y un kilogramo de
carne de vacuno.
Cuando ha conseguido algún trabajo eventual en alguna panadería, ha sido
cesanteado por ser un enfermo. Barrió calles por un salario de hambre,
pero las condiciones laborales le resultaron intolerables.
Con treinta y cinco años, a René le parece que su vida no ha tenido
ningún sentido; vive convencido de que las puertas se inventaron solo
para cerrarle el paso, no para allanar ni proteger. Cree que las
oportunidades, el bienestar y el progreso solo pueden estar al alcance
de otros; no tiene dinero, pasa hambre, deambula en la calle todo el día
para no estar en su casa; su única meta es pasar el día, llegar a mañana.
-"En Cuba hay mucha discriminación con los enfermos de SIDA", concluye
René, quien siente que para él todas las puertas están cerradas.
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