26-07-12 | Opinion
¿Quién mató al disidente cubano Payá?
Carl Gershman
Por Carl Gershman
Con la muerte de Oswaldo Payá, líder clave de la oposición democrática
cubana, Cuba ha sufrido lo que la escritora Yoani Sánchez llama ''una
pérdida dramática para su presente y una pérdida irremplazable para su
futuro''. Las circunstancias en torno a la muerte de Payá el domingo
último encendieron una controversia similar a la ocasionada en octubre
con la muerte de Laura Pollán, la líder de las aclamadas Damas de
Blanco, sólo unas semanas más tarde de haber sido atacada por
simpatizantes del gobierno durante una marcha de protesta.
El gobierno cubano dijo que Payá murió en un accidente de tránsito cerca
de la ciudad de Bayamo cuando su automóvil se estrelló contra un árbol,
produciendo su muerte y la de otro pasajero e hiriendo a otros dos. Pero
la hija de Payá, Rosa María Payá, de inmediato cuestionó dicha versión
sosteniendo que la familia había recibido información de los
sobrevivientes con respecto a que el auto había sido impactado
reiteradas veces por otro vehículo. ''Así que pensamos que no fue un
accidente'', según dijo a CNN en Español. ''Querían herir y terminaron
matando a mi padre''. La familia también dijo que Oswaldo Payá había
sido objeto de un incidente similar dos semanas atrás en La Habana. En
retrospectiva ahora se dan cuenta que el incidente fue una advertencia
del régimen.
¿Por qué el gobierno cubano habría de considerar a Payá como una amenaza
tal como para querer asesinarlo? Era uno de los opositores más
prominentes a la dictadura castrista, un activista católico que fundó el
Movimiento Cristiano Liberación en 1988. Se lo conoce por el Proyecto
Varela, una petición que impulsó en 2002 que llamaba a elecciones libres
y otros derechos. Eso enfureció al gobierno cubano, que respondió a
través de la Asamblea Nacional con una enmienda constitucional que
convierte como irrevocable al sistema comunista en Cuba. En marzo de
2003 siguió con la ''Primavera Negra'', arrestando a los 75 activistas
cubanos más prominentes.
Pero el gobierno no arrestó a Payá, debido al reconocimiento
internacional que había logrado. El Parlamento Europeo lo premió con su
Premio Sakharov por la Libertad de Conciencia en 2002; ese año también
fue nominado para el Premio Nobel de la Paz por cientos de
parlamentarios en una campaña impulsada por su amigo Vaclav Havel, el
fallecido ex presidente de la República Checa. A diferencia de Aung San
Suu Kyi de Birmania y Liu Xiaobo de China, para quienes Havel también
hizo campaña, Payá jamás recibió el Premio Nobel. Pero era un activista
del mismo porte - un centrista dentro de la oposición, comprometido con
la no violencia y la reconciliación. Payá se oponía al embargo de
Estados Unidos hacia Cuba, por lo cual era criticado por varios
opositores al régimen castrista.
Si bien otros activistas habían reemplazado a Payá en años recientes en
la vanguardia del movimiento democrático cubano, recientemente había
provocado al gobierno en dos cuestiones de gran sensibilidad. En mayo,
Payá rompió un largo silencio cuando criticó duramente un artículo en
una publicación católica que defendía el diálogo del Arzobispo de La
Habana, Cardenal Jaime Ortega, con el régimen y atacaba a los críticos
al cardenal. Payá acusó a los autores del artículo de buscar crear ''una
confrontación artificial entre la oposición y la iglesia'', llamándolos
''comisarios políticos'' que buscaban ''un voto de confianza para el
gobierno de Raúl Castro''.
Payá, la voz católica más prominente del país, cruzó una línea roja al
desafiar las relaciones del Gobierno con la Iglesia, que se habían
convertido en pilar de la estrategia de supervivencia del gobierno.
También lo hizo en un momento en que el régimen, envalentonado por el
silencio del cardenal acerca de las detenciones masivas durante la
visita del Papa a Cuba en marzo, no iba a tolerar la crítica.
En la visita a Bayamo con extranjeros - los dos sobrevivientes del
choque eran católicos de España y Suecia - cruzó otra línea roja. La
ciudad es el centro de un brote de cólera en la parte oriental de Cuba,
y para el régimen, la enfermedad no es sólo un problema médico sino
también una amenaza económica y política. La filtración de información
acerca del brote amenaza los viajes a Cuba y al turismo, principales
fuentes de las divisas que el régimen necesita desesperadamente.
La diseminación de la enfermedad desafía la imagen de Cuba como potencia
médica y podría aumentar el malestar entre los ciudadanos que consideran
que enviar médicos cubanos a Venezuela y otros países perjudica la
atención que reciben en la isla. El hecho de que Bayamo haya
experimentado disturbios sindicales en los últimos dos años y que haya
sido un bastión insurrecto durante la guerra de la independencia cubana
contra España y el levantamiento contra Batista despierta aún más la
ansiedad del régimen.
En los próximos días, es probable que surjan más datos sobre la muerte
de Payá. El testimonio de los dos sobrevivientes será decisivo. Al
tiempo que Estados Unidos y otros gobiernos democráticos lamentan la
muerte de Payá, resulta esencial que ellos - y la opinión mundial - se
mantengan alerta ante los peligros que enfrentan los demócratas en Cuba.
Sin solidaridad internacional, es probable que haya más mártires en la
lucha por la libertad cubana.
Carl Gershman es presidente del National Endowment for Democracy
Publicado originalmente en el diario The Washington Post
Traducido al español por Hernán Alberro
http://america.infobae.com/notas/55161-Quien-mato-al-disidente-cubano-Paya
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